25 abr 2016

MUCHO AFICIONADO EN LA HERENCIA PARA VER A RAÚL SÁEZ Y A "EL MORANO"


 La Finca La Herencia de Torre Pacheco vivió ayer una auténtica fiesta Rociera-Taurina, donde convivieron y disfrutaron mutuamente los aficionados al flamenco y los aficionados a los toros (en esos casos en los cuales uno no se decanta por los dos, que suelen ir de la mano).

  El fuerte viento obligó a retrasar el comienzo de la fiesta, siendo a la hora señalada imposible desplegar un capote o una muleta. Ya pasada la una y cuando los presentes ya habían dado buena cuenta de un más que respetable almuerzo campero, fue el momento de torear.

   Abrió la mañana el novillero de Cartagena Raúl Sáez, que sigue llevando aficionados a cualquier lugar donde se ponga delante del toro. A nosotros personalmente nos recordó esa época en la Escuela Taurina donde siempre le seguía algún autocar, llegando a llenar tres (y no estoy seguro de si fueron cuatro) para verle en Los Felices toreando en el Trofeo "Manuel Cascales Hilla".

  Raúl toreó un novillo con mucha clase, al cual le faltaron fuerzas para ser de "vuelta", expresando su personalidad y buen gusto con la muleta y mostrándose con la mente despejada para torear según necesitaba el novillo en cada momento. Realmente es de esos novilleros que se merecen una persona que confíe en él, ¡Seguro que no decepciona!.

  Nos sorprendió gratamente El Morano, este novillero sin caballos de Galifa, que lleva mucho tiempo sin ponerse delante de una becerra y que optó por traerse a la fiesta un novillo con presencia para torear. Mostró su afición y ganas desmesuradas de querer ser torero, escuchó y atendió los consejos dados por Alfonso Romero y dejó una bonita "tarjeta" para seguir confiando en él.  

   No tenemos más remedio que rendir homenaje en estas líneas a un Aficionado con Mayúsculas, Julián Alcaraz, que enterado de esta Fiesta por los medios de comunicación, se desplazó desde su Alcantarilla a La Herencia para disfrutar viendo torear y negándose a entrar sin su correspondiente invitación. Nosotros como se suele decir "levantamos nuestro sombrero" en su honor. 

    Tras un excelente arroz, la fiesta comenzó por rocieras y se alargó durante toda la tarde en un magnífico ambiente. 

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